- Pasó mientras me calentaba la leche para el café, justo cuando apreté START y sonó el bip de inicio del microondas.
No me asusté ni nada. Un momento estaba en la cocina y al siguiente en ese lugar como si siempre hubiese estado ahí y sólo ahora me diera cuenta.
Estábamos en penumbra pero yo veía claramente. Eran muchas las personas que me acompañaban.
Sus caras no eran muy diferentes a la tuya o a la mía, pero no me cuadraba mucho cómo vestían. Sus cuerpos estaban cubiertos con mantas, trapos y adornos raros pero curiosamente familiares. Esas vestimentas me perturbaban, así que evité prestarles mucha atención.
Noté que esa gente estaba algo sucia y supuse que era por la mugre que había en el lugar, ya que era como una cueva o un drenaje; puede ser que fuera un subterráneo. El tizne no parecía importarles y pronto yo también lo ignoré.
Hablaban mucho, se les veía tristes. Sus voces parecían ecos, sonidos huecos sin una cara o un origen definido hasta que me concentraba y les ponía mucha atención. Solo así vislumbraba y conectaba las voces con quienes las hablaban y entendía lo que decían. Sin embargo, ahora que te lo platico no puedo repetir lo que oí con exactitud porque no estaban hablando en español. Sigue sin caerme el veinte de cómo pude haberles entendido.
Esas personas estaban resignadas. Habían perdido. Todas ellas eran hechiceras o magas o soñadoras de algún tipo. Aunque capté sus roles no tengo palabras suficientes para describirlos.
Habían confrontado una magia de tal violencia y tan desconocida para ellas que se habían visto orilladas a quedarse en ese inframundo.
Como consecuencia de ese desplazo, las batallas en el mundo fuera de la magia se habían perdido. Esas personas no habían huido, sólo habían entendido que para reagruparse el siguiente paso era estar fuera del alcance de esa avanzada.
No fue una decisión fácil. Tenían consciencia de que estaban permitiendo que esa furia arrojara llamaradas desmedidas y aniquilara mucho de lo que habían construído.
Estaban afligidas pero no se mostraban vencida; más bien se les veía determinadas a sobrevivir en ese ambiente, mientras esa magia colérica todo a su paso arrasaba y esclavizaba.
Y así pasaron los días, los meses, los años.
Los vestidos cambiaron. La gente también. Apenas reconocía bien algún rostro, éste desaparecía para darle paso a uno nuevo. Todo ese movimiento era un poco frenético, pero como seguíamos en el mismo túnel inmundo, no me desorbitaba tanto.
La gente más anciana contaba frecuentemente la historia de esa derrota y cuando lo hacían el tiempo se hacía agua y esos primeros días en el escondrijo no parecían estar en un ‘tan lejos que no te alcanzo’. Líquidos remolinos les mezclaban con el hoy de las palabras.
No les vi salir. Es más, yo no vi salida alguna ni a nadie con urgencia buscándola. Tampoco les dio por ignorarme aunque no mostraban mucho interés en mí. En un principio fui como un fantasma que todos ven y oyen pero al que nadie le hace caso. Con el tiempo, a pesar de no tener interacciones, comencé a entender mejor lo que decían.
Tengo especialmente presente la imagen de un adulto sentado contándole la historia de su gente a alguien muchísimo más joven. Aunque estaba a un lado, a veces parecía que esa bisoña personita a la que le hablaba era yo.
Fue entonces cuando se incrementó el intercambio de miradas iluminadas y llenas de reconocimiento, incluso a veces acompañadas de alguna palabra de afecto.
De pronto sonó el bip del micro, esta vez para anunciar que la leche estaba caliente y que ya habían pasado noventa segundos.
Ese mundo se esfumó y con él galoparon sus peculiaridades hacia el desvanecimiento. Muchos pensamientos y recuerdos se deshilacharon en mi mente como cuando se olvida uno de un sueño.
No lo entiendo. Lo peor es que duele. Me duele hasta el alma la poca memoria que tengo. Me duele mucho. Eso lo entiendo aún menos.
- ¡Órale! ¡Changos! ¡Está raro! ¿¡¿¡No!?!? Bueno ¿Qué crees? Ves que te platiqué que le ando poniendo el cuerno a mi wey. ¿Sí? Con el cabrón ese que conocí apenas…
- ¿Qué ves, amix?
- Nada, quizá. Sólo sombras.
Un terreno en Inglaterra (A field in England), 2013
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