Esto, para mí, es una conjetura bien fundamentada, más o menos como un axioma:
todas las historias son verdaderas
todas las historias son falsas
Los cuentos distópicos son especialmente verdaderos
Todas esas pesadillas ya sucedieron o están sucediendo actualmente y puede que vuelvan a suceder
1984, Ghost in the Shell, Psycho-Pass,Battlestar Galactica, Akira, Cyberpunk: Edgerunners, MAKE MY DAY, exception, El cuento de la criada, Los juegos del hambre, Black Mirror, Nunca me abandones, Rascacielos, La Purga - ¡ya! ¡ya! ¡repetida! ¡todas repetidas!
Visité “Un mundo feliz” y lo único que conseguí fue una playera barata decía "¡Qué horrible es el color de la piel morena!".
¡La que te guste! Esas historias están vivas y llenas de gente pateando y gritando, tratando de salir de ellas
Eso sí, no es menos cierto que las historias extrañas, inútiles, surrealistas y alegres también están vivas; sin embargo, me cuesta más verlas bailar frente a mis ojos ya que he sido condicionada para ser pesimista (¡lo cual no es ninguna sorpresa!)
Todas las historias son verdaderas y válidas y todas las historias son falsas e inválidas
Vivir en esa paradoja se resuelve con un viejo dicho de AA: quédate con lo que te lata, con lo que te llegue y tira lo demás a la basura; pero no te salgas, permanece el tiempo suficiente para que ocurra el milagro
Las historias son modelos, una especie de mapas. Mapas con capas, como los de Google Maps, revelando, ocultando o resaltando detalles.
Como ocurre con cualquier mapa, las historias presentan información incompleta. Un mapa es un mapa, no es el terreno.
Un lector inexperto puede reducir un mapa brillante a papel del baño del mismo modo que un lector delili¹ puede barajear un reino que jamás se consideró parte de. Pero eso no significa que la historia, el mapa, el modelo o incluso el lector estén equivocados. Los mapas te llevan a algún lugar, aunque tal vez no al lugar donde pretendías ir.
El cómo tomas un mapa, el cómo tomas una historia y qué haces con ella, revela tanto acerca de ti así como del terreno; ya que una historia puede ser un suave disolvente del ego.
Una historia es sólo un modelo que vas a interpretar y del que vas a alimentarte dependiendo de tus coordenadas, de dónde estás arraigado y hacia dónde estás orientado, de tus sentimientos, de tus miedos y de todas tus otras historias.
Puede que tus coordenadas no coincidan con un mapa-historia y, sin embargo, es posible que te forces a usarlo y avanzar; es tu prerrogativa si es que tienes el poder para hacerlo.
Cartografía.
Ésta es una historia sobre historias, sobre cómo he aprendido a relacionarme con las historias. Éste es un modelo que uso y ésta es una invitación para que lo uses. Me late este modelo porque me ha sostenido y ayudado constantemente cuando algo ha cambiado y me he visto orillada a hacer una historia a un lado y encontrar una nueva.
Parece ser que necesitamos historias para encontrar un sentido que nos impulse a atravesar el tiempo-espacio; así que en lugar de desvanecerlas o ignorarlas, lo mío es más aprender a relacionarnos con ellas para nuestro beneficio mutuo.
Puede que no sea el modelo adecuado para ti y eso también está bien.
¹delili - delirante, del inglés delulu, ‘delusional’.
Lectores, escritores y bardos colorean las historias que captan y transmiten.
Lovecraft escribió una historia de terror sobre un color indescriptible proveniente del espacio.
Una canción de la banda Ampersan dice alegremente “qué daría la vida misma por tener otro color” donde un nuevo color está siendo llamado a tomar parte en el juego de la vida.
Ambas historias tratan sobre el mismo concepto, un color extraño y la posibilidad de su interacción con la vida, pero una proviene de un hombre blanco, un racista que vivía aterrorizado y la otra es de una banda mexicana conocida por musicalizar poemas de autores indígenas. Ambxs abordan una posibilidad; uno con miedo y una gran certeza de fatalidad, mientras que la otra permanece dulcemente curiosa.
Me gustan los dos cuentos, así que para mí, el truco está en discernir cuál es la mejor historia para la ocasión. Eso consiste en primero determinar si tengo la opción de seleccionar entre varias historias o si simplemente mis adicciones me fuerzan a utilizar una en específico.
Sin embargo, haga lo que haga, elija lo que elija, la historia me llevará a alguna parte. Lo mío, lo mío, lo mío, es educarme en el arte de selección de historias de tal suerte que me oriente hacia las que permitan más alegría y deleite en mi vida y en la vida en general mientras estoy aquí, en el Begemot.
Por ello, me inclino más por la versión Ampersan que la de Lovecraft, pero hay otros conceptos en los que hay una bouquet de historias por las que no tengo preferencias.
Por ejemplo, las casas. A menudo sueño con casas, edificios y escaleras. A veces mis sueños son placenteros, a veces son pesadillas. Considero que “La Casa de las Hojas” es un buen manual para navegar las experiencias irritantes que suelen suceder en las casas. Lo mismo ocurre con la película de Netflix “La Casa”. Aunque ninguna de estas historias tiende a ser de final feliz sirve para que me halle, no puedo evitar reconocer lo inmensamente útiles que son y cómo, a pesar de ser tan retorcidas, las disfruto.
Recientemente, Julie Balderrama me introdujo a la práctica de Dream House y con ello se amplió mi universo de historias sobre casas con una historia que realmente me estabiliza y no me asusta.
Somos cada historia, cada relación, cada video, cada mensaje y cada comunicación que nos favoreció con sentido. Por lo tanto, es útil vernos a nosotrxs mismxs como un colectivo de historias, incluidas las historias que contamos. Todas hablan de nuestra redes y cómo nos relacionamos, nuestros vínculos y nuestras creencias.
Las familias crean su saber mediante la repetición de historias. De la oralidad nace el manual oculto que nos dice qué sentir y cómo relacionarnos cuando pasa algo, que hacer cuando algo nos detona y cuando es que nos sentimos en paz. La repetición cuenta como “verdad” en nuestra dinámica familiar, tal como se plantea en “Un mundo feliz”.
Además de todo lo dicho, quiero decir que todas las historias son nuevas y todas las historias son viejas y ajadas.
Aunque una historia puede no ser nueva para el mundo, puede que sí lo sea para mí.
Aunque una historia que se me ocurra me parezca novedosa, probablemente ya haya sido contada antes. El punto no es declararla como mi propiedad con afán de destacar y dominar o sacar a huevo material novedoso; se trata de quién soy y de lo que este filtro que soy permite pasar de esa historia.
Cómo debrayo esa hebra y cómo se relaciona con todas mis otras historias, eso es lo novedoso. Y eso es un “tal vez”, porque también es posible que ya exista una tradición que engloba todo lo que estoy diciendo aunque yo no lo sepa.
Pero no soy tan inconsciente como para afirmar que lo que digo es el original y la mera neta, la puta piedra filosofal. De hecho, trato de vincular mis fuentes porque más de una vez me ha pasado que creo que algo es idea mía y simplemente es tiene que ver con algo que leí la semana pasada y finalmente me cayó el veinte.
Lo único que sé es que es poco probable que yo, tú, nosotros, seamos el primero o el último en contar una historia en particular y aprovechar la oportunidad de captar un sentido específico.
Las historias son un poco como los fractales; haces zoom y más elementos se hacen evidentes aunque las formas, su esencia y los detalles generales siguen siendo más o menos los mismos.
Realmente no importa si la historia es cierta.
Si creo que es verdad, lo es.
Si actúo como si fuera verdad, es verdad.
La hago realidad con mis acciones
Encontraré los elementos para que sea lógicamente cierta para mí, a pesar del consenso general sobre la realidad, la ciencia, las razones, etc.
Lo mismo pasa si creo que una historia es falsa.
Lo mismo sucede si creo que una historia es a la vez verdadera y falsa.
Y todo eso es devastador, mágico, hermoso y horroroso al mismo tiempo.
Lo único que necesito recordar es que la validez de una historia puede estar fuertemente ligada a una identidad mía, incluso hasta el punto de invalidar cualquier otra alternativa.
Además, creer en la validez de una historia no significa que yo (¡nosotros!) puedo (podemos) escapar del impacto de haberla auto-respaldado.
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