Hola, mi nombre es Bernadette y estoy dentro de una relación abusiva con esta civilización.
¡Hola Bernadette!
Hola, mi nombre es Bernadette y soy adicta a los privilegios, a ser abusada y abusiva.
¡Hola Bernadette!
Hola, mi nombre es Bernadette y el Begemot me califica como adicta y es mi conecte.
¡Hola Bernadette!
Hola, mi nombre es Bernadette y soy una persona racista, misógina, homofóbica, transfóbica, capacitista y aporófoba que también tiene fuertes tendencias antropocéntricas, cis-hetero patriarcales, imperialistas, colonialistas y capitalistas.
¡Hola Bernadette!
Hola, mi nombre es Bernadette y soy adicta a la violencia como método para disociarse compulsivamente.
¡Hola Bernadette!
Todas esas admisiones son una y la misma ya que hablan de la particular adicción que esta civilización garantiza que desarrollemos para poder sobrevivirla. Esto significa que si nacemos dentro de ella, todos terminamos con tendencias (encubiertas o no) de derecha/conservadoras/fascistas. Tal como los bebés nacidos de madres drogadictas desarrollan en el útero un gusto por los estupefacientes, nosotros adquirimos algunas herramientas de la casa del amo para poder llegar hasta aquí.
Esa es la hipótesis que mantengo y la hago una premisa clave para navegar mi vida ya que asumirla le ha aportado cordura y sobriedad emocional a mi experiencia.
Esta no es una premisa que viene de la nada, sino que está basada en el estudio exhaustivo de un patrón realizado por los miembros de la comunidad ACA (niñxs adultxs de padres alcohólicos o disfuncionales) que afirma que es muy probable que retransmitamos el abuso que recibimos de nuestras familias disfuncionales, aunque no necesariamente del mismo modo.
ACA ha podido identificar no sólo los rasgos personales desarrollados al crecer victimizados en un hogar disfuncional sino también los rasgos violentos heredados tras sobrevivir a esa experiencia, rasgos que nos hacen comportarnos como victimarios.
Con la hipótesis que hago premisa, simplemente estoy ampliando esa percepción para incluir al Begemot y el abuso sistémico que hemos recibido de su parte. El punto clave aquí es admitir que también nos hemos convertido en abusadores después de haber sido abusados sistemáticamente.
He oído en las reuniones de ACA hablar del laboratorio interno que nos sirve las ‘drogas’ a las que somos adictos cuando las circunstancias actuales hacen juego con las circunstancias que atravesamos cuando éramos niños. Es mi creencia que este laboratorio interno también se activa y produce efectos relacionados a la opresión.
Yo aprecio mucho que ACA y SLAA (y posiblemente CoDA, pero no estoy segura) hablen sobre la dependencias a ciertas experiencias de una manera no medicalizada porque eso me ha permitido enfocar mi atención en sentimientos/sensaciones/pensamientos compulsivxs y entrenarme para identificarlxs sin perderme en la explicación científica de los pasones que busco. Dichas explicaciones científicas usualmente me parecen insuficientes para describir mis experiencias además de presentar un obstáculo al yo tener una mente muy activa. En el capítulo 1 del libro de SLAA se ilustra con una historia personal cómo las dependencias que no son a fármacos operan de manera similar a las dependencias a los fármacos; el narrador presenta síntomas de abstinencia y otros elementos que él puede fácilmente relacionar a las dependencias químicas porque él completó los doce pasos de AA antes de enfrascarse en recuperarse de su adicción a situaciones románticas y sexuales poco saludables.
Sé que es doloroso considerar la premisa que estoy presentando, especialmente si afirmamos que no nos identificamos conscientemente con ninguna de esas ideas de extrema derecha, que no somos como nuestros padres, que no nos parecemos en nada al sistema donde nacimos y que no tenemos nada que ver con esos opresores de mierda.
Pero, para mí, la verdad es que sí, tenemos mucho que ver con todas esas personas e instituciones que rechazamos y, pese a las apariencias, no somos tan diferentes.
Todos tenemos un pequeño Elon Musk dentro de nosotros, dirigiendo el espectáculo por debajo de la mesa.
Yo llamo al mío Melon, Melon Tusk, para ser precisos. Una vez que lo vi, elegí dirigirme a él con ese nombre. No le gusta pero, por el momento, a mí no me importa. Me ha llamado estúpida y pedazo de mierda durante mucho tiempo; así que por ahora estamos en un punto muerto sobre cómo llamarnos.
Propongo esta premisa, la de que muy en el fondo somos unxs hijxs de su PANucha madre, no para seguir el camino de:
“somos la mierda y estamos condenadxs, por favor que un meteorito nos extermine”
"somos una mierda hasta que demostremos lo contrario, así que debemos ponernos bien loquitxs y hacerle a la sanación hasta que seamos perfectxs e impulotxs"
No, nada de esto es el objetivo de mantener en mente esta premisa.
Presento esta premisa como una invitación a ser conscientes de que tenemos estos rasgos neoliberales operando dentro de nosotros todo el tiempo, ya que es una condición para garantizar nuestra supervivencia. La cantidad de rasgos o cómo se manifiestan puede variar, así que de lo que se trata es de invertir parte de nuestra atención en identificarlos y aprender a gestionarlos.
Además, debemos tener en cuenta que si bien abordar los rasgos puede reducirlos o incluso erradicarlos; puede haber rasgos de los que nunca nos desharemos y nuestro trabajo será aprender a vivir con ellos y enseñarles a otros cómo vivir con nosotros y nuestros rasgos culeros.
Para mí, esto significa que tenemos que estudiar la adicción detrás de estos rasgos y aprender a navegar las situaciones en las que estos afloran.
Y bueno, claro que puedes sentirte molestx cuando dejo muy claro que no creo que estés libre de esos rasgos. Podrás gritarme “¡¡¡te estás proyectando!!!” y yo simplemente te diré con toda la confianza que eres uno de nosotros (¡guba, guba, uno de nosotros!) porque, al igual que yo, eres hijx del Begemot, naciste dentro de él, un lugar que es esencialmente imposible escapar.
Sí, vienes del Begemot y perteneces al Begemot tanto como yo, lo que sí es que no tengo ningún interés en lidiar con los sentimientos que te surgen al considerar tu lugar de origen.
Sé que esta es una historia difícil de digerir, así que si tienes una fuerte reacción aversiva, considera que esta historia podría no ser para ti y para de leer en este instante.
Si no, respira y sigue leyendo.
En ACA hablamos del niñx interior y de su re-crianza. Reconocer los elementos de nuestra familia interior, en particular nuestra figura parental interior (que también puede ser nuestrx críticx interior) y nuestrx niñx interior puede ser un proceso desgarrador, pero la mayoría de las veces, él/la/le niñx interior es algo lindo, así que ahí en la reconexión está la recompensa.
Sin embargo, admitir que el Begemot es nuestro padre/ancianx/madre disfuncional y reconocer que tenemos un Begemot interior no es algo lindo ni parte del programa de ACA. He encontrado sólo unas cuantas personas en ACA dispuestas a abiertamente ampliar la percepción de lo ‘disfuncional’ y hablar de “cultura de origen” en el mismo tono que se usa para la “familia de origen”.
Entonces, para ser precisa, para este trabajo si eres anti-patriarcal/capitalista/fascista/transfóbicx/etc. como yo, entonces esa bola de todo lo que odiamos a nivel personal y sistémico está vivita y coleando dentro de ti y dentro de mi y, y, y,… bueno, ¡¡¡qué pedo con esa madre, cabrón!!!! es una respuesta apropiada a este hecho.
Yo creo que para personas como yo, el camino hacia la recuperación y la sobriedad emocional no puede comenzar realmente hasta que reconozcamos que no somos muy diferentes de quienes más despreciamos. Para nosotrxs adquiere prioridad admitir constantemente que nos comportamos y provocamos daños similares (aunque posiblemente en diferentes magnitudes) y que tal vez no somos conscientes de ello.
Adicionalmente, para todos los que operamos en la esfera del bienestar (que va desde la terapia convencional hasta las prácticas "chamánicas" más extravagantes, pasando por goop), una vez que aterrizamos esta premisa en una práctica, el flujo de gente moviéndose de la esfera del bienestar hacia la derecha radical es fácilmente perceptible.
Esto se debe a que en la esfera del bienestar (y sospecho que también en el activismo) es muy fácil creer que unx tiene la ventaja porque unx ‘ha hecho el trabajo’. Por ello, muchas personas no están dispuestas a admitir que son parte de lo que critican. Por ejemplo, la trayectoria de Russell Brand y el Ultra Spiritual Guy son algunos ejemplos destacados de gente muy conocida.
Como me muevo en esa esfera he notado cuán eficientemente opera este flujo. Ya no me espanta que cada dos o tres días influencers de ese rubro se destapen con comportamientos abiertamente racistas, aporofóbicos o transfóbicos. Para ver algunos ejemplos checa el gram de Healing from Healing.
Porque este fenómeno está muy extendido allí, mi sugerencia es que si operas en la esfera del bienestar, entonces identifiques y encares con vehemencia los rasgos que has heredado del Begemot o es probable que eventualmente te encuentres en una tierra de odio extremo, discursos violentos, teorías conspiratorias y repitiendo como un loro a Jordan Peterson (¡en el mejor de los casos!).
El objetivo de ser consciente de nuestro Begemot interior no es sólo evitar terminar como un influencer/payaso de extrema derecha, sino también aprender a negociar con esta cosa que nos mantiene en cautiverio. A diferencia de algunas personas que logran pintarse de colores y prosperar después de dejar una relación violenta, nosotrxs no podemos irnos. Lo que quiero decir es que podemos intentarlo, pero el Begemot está básicamente en todos los lugares donde podemos vivir, así que en el mejor de los casos, quizá podamos mantener un perfil bajo y rezar para que funcione porque realmente no podemos escondernos de él.
Formamos parte de una relación violenta en la que estamos en cautiverio, por lo que debemos aprender a negociar con aquello que nos brutaliza pase lo que pase. (Sé que es una píldora difícil de tragar).
Mi sentir es que lo sabemos y es por eso que tratamos de disociarnos tanto; pero, si realmente creemos que estamos en un camino de sanación o bienestar (cualesquiera que sea lo que esas palabras signifiquen), no podemos evitar enfrentarnos a la bestia.
Entonces, para mi, un gran primer paso es aprender a negociar con ese HDP interior, comprender su dolor y sus motivaciones sin sentirlos como extraños y posiblemente encontrar una vía resolutoria; y, si ella funciona, entonces tal vez, solo tal vez pueda extrapolar esa vía y encontrar también dicha resolución fuera de mí e integrarla.
Y si no puedo hacer eso, está bien. No encontrar resolución o integración está bien. No poder cambiar nuestra relación con el Begemot está bien. No disolver ninguno de nuestros rasgos heredados está bien. También está bien ignorar este trabajo de vez en cuando.
Sobre todo esto yo pienso que tal vez no tenga la capacidad de hacer todo ese trabajo, pero eso no significa que pueda desengancharme completamente de él y de esas ‘otras’ voces desagradables y sentirme superior a ellas. No. Cómo es una cuestión de capacidad, si no la tengo para hacer ese trabajo lo que me queda es esforzarme en admitir dónde soy incompetente y/o incapaz y listo. No es gran cosa.
Puede que nunca me recupere por completo y eso está bien.
Puede que recupere algunas partes y luego recaiga y las pierda y eso está bien. La recaída es parte de la recuperación y del camino hacia la sobriedad y la serenidad.
Se trata simplemente de empezar por admitir que yo también soy esa cosa, ese Begemot que critico tan severamente, y abrir una vía para identificar y confrontar a mi opresor interior.
Como dije antes, esta premisa no es para intensearnos y completar perfectamente un programa y resolver todos los problemas del mundo mundial.
El ser consciente de esta premisa se trata de comprender que somos propensxs a repetir el daño que sufrimos de maneras que no podemos prever ni predecir. Toda la opresión y el abuso que hemos sufrido tiene que ir a alguna parte y, dadas las condiciones en las que existimos, es probable que repitamos el daño a nivel personal y sistémico.
Por eso no hablo en términos de curación o autodesarrollo sino de recuperación y sobriedad emocional. En algún nivel puede haber alguna resolución, algo de sabiduría pero esas no son las metas, la meta es enfrentar nuestra relación con la realidad, con lo que nosotras las personas hemos creado, con lo que hay.
Mi intención con este enfoque es desmantelar la narrativa del bien contra el mal, de ellxs contra nosotrxs, porque todxs estamos realmente juntxs en esto. Nuevamente, el punto de partida es admitir y aceptar que eso existe en todxs nosotros, el ser como cualquiera de ‘ellos’, los ‘malos de la película’. Es decir, si las circunstancias fueran equivalentes, no seríamos diferentes en nada. Todxs somos como juguetes rotos, de cierto modo, debido a nuestra formación.
Admito que para lxs curanderxs, lxs star-seeds, lxs habitantes de la esfera del bienestar (¡y posiblemente también para lxs activistas sociales!) esto puede conflictuarles mucho.
Regresando al mundo de los doce pasos, creo que la gente en ACA está haciendo este tipo de trabajo incluso si nunca se han acercado a abordar abiertamente problemas sistémicos nivel Begemot.
Creo que, a pesar de todos los defectos que pueda tener el programa de AA, esxs cabrones (entre los que me incluyo yo como amigo de Bill) están haciendo el trabajo porque muchos de los elementos que abordan directamente son elementos omnipresentes de la blanquitud (y por ende en el Begemot) como el mentir compulsivamente, por ejemplo.
Sospecho que muchas otras fraternidades operan de manera similar (SLAA y CoDA, por ejemplo).
A partir de mis experiencias en las reuniones de doce pasos de una variedad de fraternidades y mi experiencia personal tratando de catapultarme fuera del Begemot, puedo decir que la desintoxicación del Begemot no se puede hacer de un jalón (a menos que planees dejar de vivir; aunque también lo que lo que crees puede decir que volverás a enfrentarte a lo mismo de lo que intentaste escapar).
Si no quieres creerme, está bien. Intenta salir del Begemot y haz como que estás en una especie de programa de protección a testigos en el que no puedes contactar a nadie que hayas conocido y en el que también estás a cargo de asegurarte de que nadie de la cultura dominante te encuentre. Y no solo eso, no puedes cargar contigo basura que puedas transferir a personas que por cualquier motivo pueden vivir en las afueras del Begemot. Cuidado con el veneno que ya traes y buena suerte en esa empresa, digo yo.
Entonces, tomando en cuenta lo anterior, ¿qué significa desintoxicarse lentamente cuando se está en cautiverio?
Para mí, significa admitir que soy una adicta y abrirme para poder identificar mis puntos de adicción y aprender sobre ellos junto a un grupo de gente cautiva y similarmente adicta y dispuesta a enfocarse en este tipo de recuperación.
Esto implica confrontarnos con amor hasta que chillemos y preguntar gentilmente de vez en cuando “¿por qué pasa esto?” hasta que duela.
¡Él es Dios!
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